Fernando Morlanes nos ha enviado estas lineas:
Antonio era un hombre bueno acostumbrado a darse a los demás sin recibir apenas nada. Un hombre bueno con el que la vida ha sido especialmente injusta.
Como todos, en su vida, cometió errores que pago con creces (demasiado caros). En las conciencias de muchos deberá pesar ese recibo que le ha llevado a morir en soledad. De sus más allegados, solo su prima Dori y Mari Jóse, a quien tenía por hermana, junto con un buen puñado de amigos estuvieron pendientes de él.
Nos deja el gran dolor de saber que ha muerto en la soledad más absoluta. Bastó el silencio de una semana (casi como premonición, ese fue el tiempo transcurrido desde que muchos habíamos hablado con él) para que se marchase de ese modo tan triste, en estos tiempos en los que tan penadas están las relaciones sociales, en estos tiempos que tanto nos incomunican. A mí me ahoga demasiado ese dolor:
Acompañad a Antonio
Vivir en soledad,
aunque sea triste,
puede concedernos la esperanza
de encontrar, algún día, el refugio de otros brazos;
pero la más solitaria soledad
es esa que ahoga y asola
a quien recibe la muerte a solas.
Cuando sabemos de esa soledad,
des esa tan asolada muerte,
desconsolado surge nuestro llanto,
se nos desgarra el pecho,
nos contagiamos de esa impotente soledad.
Yo acompañaré la solitaria muerte del amigo
dando voz a su último aliento,
insistiendo en acompañar
la muerte del compañero
que acompaño nuestras vidas.
Así, desde mi abierto pecho
grabo en mi corazón su memoria
y le acompaño.
Aunque la vida no quiera*,
yo le acompaño.
- El confinamiento antivirus.