Estas fueron las palabras de Mari Carmen Horno Chéliz en la presentación de Crisis#22

Imagen: Mari Carmen Horno Chéliz durante su intervención (Gloria García)

Aplaudida intervención de la lingüista Mari Carmen Horno Chéliz

Agradecemos el interés con el que se adentró en los entresijos y la historia de nuestra revista Crisis y, mucho más, los valores culturales que le concedió con sus observaciones. Esta fue su intervención:

Muchas gracias por pensar en mí y permitirme compartir con vosotros el nacimiento de un nuevo número de la revista que 11 años después ve la luz (nunca mejor dicho) a pesar de las dificultades. Me hace especial ilusión porque este proyecto nació en el seno de una titulación en la que imparto docencia desde hace casi 25 años. Y porque es una publicación con todos los ingredientes que necesito para ser feliz: cada número se estructura en torno a una palabra (para los que no me conozcan, soy psicolingüista y mi especialidad es el lexicón mental, las palabras en el cerebro), tiene contenidos humanistas, estéticos, políticos y cada vez más científicos.

Esta revista tiene desde el título una declaración de intenciones: crisis. Y yo, que en menos de un mes cambio de década, me siento muy alineada con esta palabra. Hace falta ser muy valiente para poner negro sobre blanco cómo estamos. Para llamarse crisis. Para dedicar un número al fracaso, otro a la mentira, otro a la censura, por poner algunos ejemplos. La realidad es la que es y negarla impide transformarla. A punto de cumplir 50 años reconozco que la gente miente. Algunos muy bien. Que en tiempos de democracia, la censura (y, lo que es peor aún, la autocensura) nos trata de silenciar. Y que la gente de cultura, los humanistas, los artistas, las personas de ciencia básica tenemos que lidiar desde el origen con una cierta predestinación hacia el fracaso. Siendo yo estudiante de Filología Hispánica, y sacando unas calificaciones excelentes, mi entorno me decía constantemente: “sí, sí, la más lista del paro vas a ser”. Miedo al fracaso. A que sea verdad que somos ingenuos, que no entendemos el mundo, que no seremos capaces de conseguir financiación. Miedo a que sea verdad lo que dicen de nosotros. Me reconozco.

Somos humanistas, personas que amamos la cultura, el debate, la investigación, el arte y la ciencia. Por eso son tan nuestras palabras como las que han protagonizado algunos de los números de esta revista. Incertidumbre, desconcierto, frontera, péndulo. Nuestro espíritu está en continuo movimiento. No somos de quedarnos tranquilos en una verdad única e inmutable. Buscamos, experimentamos, no salimos de nuestra zona de confort, porque nunca nos escondimos en ella. Amamos el debate, el cambio, el crecimiento y nos transformamos al tiempo que queremos transformar el mundo.

¿Y qué nos mueve? ¿Solo un profundo rechazo a la realidad que nos rodea? Qué va. En absoluto. En el mundo hay muchas cosas que nos disgustan y que queremos cambiar pero hay al menos otras tantas que nos fascinan. Somos los enamorados perpetuos del mundo. Por eso seguimos en pie. Por eso esta revista dedica números enteros a palabras como utopía, resistencia, verdad, supervivencia, sueño, ilusionante o, esta vez, luz. La belleza está en todas partes. La vemos y tratamos de rescatarla, de mostrarla, de enfocarla. Quizá por eso solemos ser gente sonriente. Por eso, queridos, a algunos damos miedo.

Pero ante todo y sobre todo somos humanistas. Reconocemos la esencia de nuestra especie y dedicamos nuestra vida a respetarla y protegerla. De eso hablan algunos de los números de esta revista: de memoria, porque es lo que nos permite reconocernos como seres únicos, como sociedad, como especie; de habla, porque el lenguaje es el atributo que nos hace humanos; de fantasía, porque solo nuestra capacidad de crear mundos alternativos nos permite entender este; de ocio, pero un ocio bien entendido, como descanso, placer, disfrute; porque necesitamos respetarnos como algo más que fuerza de trabajo o consumidores; de crítica, porque nuestro espíritu crítico es la herramienta que nos hace libres y, sobre todo, de humor, que nos libra del dolor y nos sublima.

Esta revista refleja las luces y las sombras de la existencia y por ello podemos decir que da cuenta de forma completa de la realidad. Permitidme que termine esta breve intervención con las palabras más conocidas de Stefan Zweig. Es el párrafo que cierra su ensayo titulado El mundo de ayer, en el que describe la Europa convulsa del s.XX en la que vivió. Dice así:

<<El sol brillaba con plenitud y fuerza. Mientras regresaba a casa, de pronto observé mi sombra ante mí, del mismo modo que veía la sombra de la otra guerra detrás de la actual. Durante todo ese tiempo, aquella sombra ya no se apartó de mí; se cernía sobre mis pensamientos noche y día; quizá su oscuro contorno se proyecta también sobre muchas páginas de este libro. Pero toda sombra es, al fin y al cabo, hija de la luz y solo quien ha conocido la claridad y las tinieblas, la guerra y la paz, el ascenso y la caída, solo este ha vivido de verdad>>.

Queridos amigos, queridos colegas, viva el humanismo, vivan los proyectos culturales y larga vida a la revista Crisis.

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